26 marzo, 2006

Pumpido pop star

Durante la apacible comida familiar de ayer -el fin de semana da para estas cosas- surgió una divertida conversación en la que los más pequeños aprendieron la diferencia de los vocablos normal, anormal y subnormal. Jugaron, aprendieron y todos pasamos un buen rato entre chistes, ocurrencias... y un espléndido solomillo.
Repasando la prensa del fin de semana compruebo que tenemos un fiscal general del Estado absolutamente anormal. Bien es cierto que esta anormalidad ha sido norma en los peones que al frente de este puesto ha colocado el partido socialista o ¿no se acuerdan ustedes del "Pollo del Pinar"? Efectivamente, el señor Eligio Hernández, aquél juez canario que fue nombrado para el cargo con tanta controversia y que hoy anda enfrascado en encumbrar a un médico y sus polvos mágicos convencido de que se merece el premio Nóbel, lo que hay que ver.
Volviendo al presente, lo del señor Conde Pumpido parece un culebrón venezolano. No importa el motivo, él siempre se las apaña para aportar su chascarrillo al panorama de actualidad política y, poco a poco, se ha ido abriendo un hueco en la prensa del corazón político hasta hacerse imprescindible. Ya es el amo del cotarro y sabe encontrar titulares semana tras semana. Desde la defenestración de Fungairiño hasta hoy, rara ha sido la jornada en la que no ha aparecido en los lugares más destacados de los diarios. Y yo me pregunto ¿esto es normal? ¿Nuestro fiscal general del Estado no ha confundido su puesto con el de una Pop Star? No creo que su misión sea la de intervenir a diario aportando "sugerencias" y "consejos" en todas direcciones. Su última ocurrencia, la de incitar a los jueces a meditar el dictado de medidas cautelares a los presos de ETA me parece, simplemente, vergonzosa. Nunca el poder judicial se había visto tan instrumentalizado y politizado.
Y hago otro pequeño apunte cambiando de tema. En esta última semana hemos asistido a los famosos comunicados de ETA en los que anuncia un alto el fuego permanente y, de forma premeditada, no he querido escribir nada en estas páginas. Entiendo que la importancia del hecho y su análisis, merecen una profunda reflexión que no me encuentro capacitado para emprender al menos por el momento. Me gustaría poder creer a los terroristas pero deberían mostrar algún signo más de que están en el buen camino: abandonar la extorsión y entregar sus armas y explosivos. Me gustaría pensar que no volverá a sonar un sólo disparo terrorista más, pero tengo mis dudas de si esto no será una nueva tregua trampa y, tarde o temprano, tendremos que llorar a otro Miguel Angel Blanco. Me gustaría creer al Gobierno cuando ofrece integrar a la oposición en el logro de la paz definitiva, pero hay muchas interrogantes que no ha contestado aún. Me gustaría, sobre todo, que mis hijos nunca conocieran el miedo al disparo en la nuca, pero para esto aún quedan muchos años...
Mars Upial

2 Comments:

Blogger El Barquero said...

Culebrón venezolano es poco, lo de este hombre no tiene nombre: ¡pedir que los jueces sean más jueces con unos que con otros! ... bueno sí, pensándolo bien... venezolano.

23:03  
Blogger Mars Upial said...

Muy irónico LEB, como siempre.

Gracias a los dos.

13:56  

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