12 marzo, 2006

Aniversario

Me propongo no caer en los mismos argumentos que unos y otros andamos repitiendo estos días pero no sé si lo conseguiré. Hace dos años vivimos una de las peores y más absurdas experiencias que se puede sufrir: la muerte provocada, cruel y sin sentido. Los terroristas asestaron una salvaje y cruenta puñalada en el corazón de una ciudad, en el corazón de una democracia, en el corazón de un pueblo. Se llevaron por delante a niños, jóvenes y adultos, a extranjeros y a españoles, a hombres y a mujeres... no hubo diferencias. Sus planes fueron sencillos: buscar una hora punta y un medio de transporte concurrido. Los nuestros cayeron como chinches.
Hace dos años pudimos escuchar estremecedores relatos de supervivientes, de policías, médicos y sanitarios, de bomberos y ciudadanos de a pie, que nos transmitieron con terrible crudeza y emoción lo que debieron ser aquellas primeras horas. Aún así, incluso con la ayuda de estos relatos hiperrealistas, los que no estuvimos allí no sabemos exactamente qué se vivió. Tenemos grabadas las imágenes en nuestra memoria, los sonidos, los funerales, las caras de los familiares entrando y saliendo de Ifema, la lluvia y la muchedumbre de la manifestación... pero, repito, no estuvimos allí.
El absurdo de estas muertes, el siempre absurdo acto terrorista, no deja de ser una herida abierta en nuestras democracias. No puedo imaginar qué justificación puede inundar un corazón para empujarle a ejecutar a inocentes. No quiero entender qué irracional fanatismo puede ser la causa de la muerte de mi hermano, mi hijo o mi madre. ¿Quién tiene derecho a destrozar así tantas vidas? Conozco a supervivientes del 11-M y a familiares de asesinados por ETA y puedo asegurar que sus vidas han cambiado para siempre. ¿Con qué derecho un ser humano se erige en modelador de las vidas de sus semejantes? ¿Hay algo que pueda justificar tales actos? Desde el convencimiento democrático, o moral, o simplemente humano, es sencillo contestar a estas preguntas, sin embargo con nosotros conviven alimañas con hiel en su corazón.
El atentado del 11-M influyó decisivamente en el vuelco electoral de aquellas elecciones. Negarlo es absurdo. Los españoles decidimos otogar nuestra confianza entonces al PSOE y así, les entregamos el gobierno de España. Negar la legitimidad de aquellos resultados es también absurdo. En la actualidad, muchos interrogantes siguen abiertos sobre la autoría de aquellos atentados y los hechos que los rodearon. Negar su existencia es absurdo también.
La memoria de los que fallecieron aquél día junto a la de todos los ejecutados por los distintos grupos terroristas, el sufrimiento de tantas y tantas familias rotas para siempre, nos exige a todos un comportamiento ejemplar. La vida de cada uno de ellos, la alegría ya para siempre marchita de cada una de sus familias, debe suponer en nuestro ánimo un contrafuerte más que apuntale nuestra democracia. No podemos permitir que su sacrificio haya sido en vano.
Por tanto, y desde el más íntimo convencimiento democrático, debemos combatir sin tregua al terrorismo, venga de donde venga. No podemos consentir pactos ni paños calientes. El mejor terrorista es el terrorista neutralizado y separado para siempre de la sociedad democrática. Llevamos algún tiempo sin muertos de ETA pero estamos comprobando que la violencia callejera ha resucitado, se ha regenerado desde sus cenizas. Debemos plantearnos por tanto si estamos en el buen camino o debemos regresar al que mejores resultados dio.
Consecuentemente, parece lógico afirmar que este Gobierno debería cambiar con suma urgencia su posición al menos en dos asuntos: dejar de negar falazmente la existencia de interrogantes en el atentado del 11-M -y colaborar en el esclarecimiento de tan horrible suceso- y abandonar la tibieza con la que se sonríe al terrorismo de ETA y a su entorno para volver a presionarlos hasta su ahogo. Seguro que encontrarían incluso al PP como aliado. Seguro que se calmaría en gran medida la crispación política de nuestra sociedad actual. Y sobre todo, además de que el resto de los españoles lo agradeceríamos, se lo debemos a esas familias que son las auténticas víctimas del terrorismo y que nos lo están exigiendo a gritos, con sus voces y las de sus muertos.
Desde aquí, un abrazo muy fuerte y sincero para ellos.
Mars Upial.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

jejeje, quise escribirte algo en este blog, pero el espacio limitado no me dejó, así que te lo envío por email.

desde aquí un recuerdo a las víctimas y a los familiares y amigos de aquellas víctimas y a los de todas las que han sufrido lacras similares, y un momento para la esperanza de que todo esto algún día solamente forme parte de los libros de historia.... para que nunca más se repita. (Xixarro)

22:03  
Blogger El Barquero said...

Efectivamente, amigo Mars, estoy contigo en cuál es la esencia de la cuestión. Por ahí es por dónde debería haber comenzado a andar este Gobierno: la verdad y el respeto.

Las dos muletas las abandonó desde el principio, eso les estamos sufriendo. Del PP denunciaban la falta de trasparencia y han demostrado ser capaces de elevar esta habilidad a la máxima potencia, pero en cuanto al respeto... ahí no han dudado en encaramar su aniquilación hasta las nubes del abuelo "de Heidi".

Muy templado tu post para esta primavera que nos abraza. Enhorabuena.

Paz y sosiego.

20:51  

Publicar un comentario

<< Home

AVISO: Este blog no se hace responsable de las opiniones vertidas en el apartado de comentarios. En cumplimiento de la LSSI, cualquier comentario que pueda ser considerado injurioso o difamatorio será retirado en cuanto se tenga conocimiento del mismo. Los comentarios que los autores del blog estimen que pudieran incurrir en alguna responsabilidad penal serán guardados y puestos a disposición judicial si así­ se requiriera. Las direcciones IP de los visitantes que dejen comentarios serán guardadas a los efectos anteriormente señalados. El spam queda prohibido.