De locos

Ando bastante perplejo al observar cómo está el patio y no entiendo la reacción antinatural de algunos de nuestros políticos. Hace algún tiempo, uno de mis hijos arreó un monumental sopapo a un compañero de guardería. Lejos de justificar el hecho, corrí a disculparme ante la madre del abofeteado. No me importó si el guantazo venía precedido de un pellizco, un escupitajo o un violento robo de chupete. Mi hijo soltó el remo e hizo mal, por eso me disculpé ante la madre de la víctima.

Si hacemos crecer a los protagonistas de esta historieta y los encorbatamos, podemos perfectamente encontrarnos ante la puerta del TSJPV. El supuesto agresor es ahora Alejandro Aramburu Corral, y su madre el gobierno vasco del PNV. Lo que yo hice entonces, correr a disculparme, es justo lo contrario de lo que está haciendo la madre putativa de este mostrenco: acusar a la víctima -el pateado Aguirre- de haber provocado al infeliz de su hijito, que está muy triste y compungido... y esto es lo mejor, no por haber podido desgraciar al pateado Aguirre con su coz en los genitales, sino por el daño que le ha causado a su propia mamá, o sea al PNV. De locos.

Me parece una cadena de despropósitos, buscando un epíteto suave. Ya actuó Ibarretxe de forma ilegal cuando se reunió con los terroristas y rematadamente mal también cuando quiso presionar a la judicatura y al resto de la sociedad pidiendo que sus tropas lo arroparan en su camino al tribunal al ir a prestar declaración. De todo ello no podía salir nada bueno, y así ha sido.

No sé yo lo que siete miembros del Foro Ermua pueden soliviantar a cientos de seguidores del PNV. No sé yo lo que hicieron para que las lindezas que allí se escucharan fuesen "A ver si os ponen una bomba" o "Marchaos a España". E imagino que el pateado Aguirre, en compañía de los seis maromos de su banda, debió acorralar a los cientos de indefensos seguidores del PNV. Uno no pudo más y ante el acoso, el pobre, se defendió instintivamente. Hay que ponerse en su lugar.

Mientras, la Ertzaintza convertida en una polícía política, el Defensor del Pueblo llevándose las manos a la cabeza y los ciudadanos de bien de Vascongadas, que los hay y son la mayoría, se encogen de hombros y enarcan las cejas sin atreverse apenas a pensar. Hay miedo, mucho miedo, a los terrroristas de ETA y a los insensatos que les bailan el agua desde posiciones interesadas o falsamente forzadas y disfrazadas de un rancio nacionalismo.